El proyecto tiene como objetivo contribuir a la conservación de la biodiversidad, a través del fortalecimiento de la producción y comercialización de la llama (Lama glama), un camélido andino de Sudamérica. Involcura a 148 familias de 10 comunidades aborigenes Kollas de la eco región de la Puna.Se trata de pequeños productores, cuya principal producción es la ganadería de llamas y ovejas y la agricultura y artesanías como actividad complementaria. Las comunidades involucradas sustentan sus actividades productivas en el sistema ganadero pastoril y trashumante, una ganadería de subsistencia, a partir de la utilización del pastizal natural cuya vegetación predominante es una estepa arbustiva-xerófita de escasa productividad y valor forrajero. Cada unidad domestica/productiva administra un sistema ganadero de tipo mixto, compuesto por ovejas, llamas, cabras y vacas en distintas proporciones. En la economía familiar, la ganadería cumple el rol de reserva alimenticia, y elemento de intercambio por otros productos. Habitualmente, los productores comercializan sus productos en los centros urbanos cercanos a sus comunidades, sin capacidad de negociación con el intermediario.
La eco región de la Puna se desarrolla en un altiplano que se extiende entre los paralelos 15 y 27° LS, está formada por extensos bolsones separados por cadenas montañosas; su altitud varía entre los 3.200 y 4.400 metros sobre el nivel del mar (m s.n.m.). El clima es árido de alta montaña con estacionalidad marcada y acentuada amplitud térmica e irradiación solar. La precipitación es de 400 mm por año y es de tipo estival. Los suelos son poco desarrollados y están cubiertos por estepas de arbustos y pastos, que se transforman en el único recurso forrajero y el principal combustible para sus habitantes. El recurso hídrico es sin duda uno de los factores más limitantes para la productividad de estos ecosistemas: No sólo son escasas las lluvias sino que gran parte de ellas se pierde por escurrimiento y evaporación. Como consecuencia, gran parte de la Puna se ve fuertemente condicionada para las actividades productivas. Estas condiciones han dado origen a ecosistemas frágiles de baja diversidad, muy susceptibles a alteraciones y degradaciones producidas por las actividades productivas y eventos climáticos, especialmente lluvias concentradas en verano y fuertes vientos que, ante la pérdida de la vegetación natural por sobre pastoreo, provocan severos procesos erosivos.