El departamento de Santa Cruz y particularmente el Chaco constituyen en la actualidad las zonas de mayor rápido avance de cambio de uso del suelo, con las tasas de transformación de los bosques a zonas de agricultura industrial y ganadería más altas en Bolivia, así como el establecimiento de nuevas comunidades de población migrante proveniente principalmente del oeste del país. Esta dinámica de cambios rápidos ejerce impactos negativos sobre los ecosistemas claves y los servicios y funciones ecosistémicas que prestan, reduciendo peligrosamente su capacidad de resiliencia. Por ejemplo, estos impactos ya se verifican en la alarmante reducción en la provisión de agua. A estos efectos del avance agropecuario desordenado, se suman los impactos del cambio climático en forma de sequías recurrentes.

Estos cambios importantes en el contexto ambiental exigen el fortalecimiento del apoyo social comprometido con la conservación de sus recursos naturales y la calidad ambiental, así como un reconocimiento social explícito sobre la importancia de los ecosistemas naturales que las Áreas protegidas conservan como fundamentales para garantizar la provisión de servicios ambientales dentro de sus funciones ecosistémicas. Por otra parte, los nuevos desafíos para la gestión de las Áreas Protegidas identificados en sus Planes de manejo exigen una participación activa de sus Comités de gestión y las comunidades o grupos a los cuales representan, para su aplicación y el compromiso de la sociedad local en el cuidado de los ecosistemas y los servicios que proveen, es de gran importancia fortalecer la organización comunitaria, revalorizando sus costumbres tradicionales de pueblo Isoseño Guaraní, para la conservación y gestión sustentable de los recursos naturales de la comunidad de Kapeatindi.